Elvira llovía


Por un momento magistral, el mundo se detuvo
Ella, que peinaba una muñeca, no sabía que el día quería llorar,
Sintió el roce en la mejilla de una solitaria chispa helada,
Y seguido, amiguitas de aquella gotita, salieron también desfilar.


Jugaban a caer y a ser libres, mientras aquella tarde anhelaba desaparecer,
La tristeza en su rostro de forma terráquea a medias y nublada era imponente,
Su color mutó, su esencia cambió, y tan solo en silencios lloró.


Ella buscó un lugarcito para su muñeca sin éxito
Se le dañaría su peinado de niña hermosa rubia,
Mas sin poder meter sus cuerpos en un refugio
Se estancó en el patio entre las hojas mojadas.


Se quitó el vestido para tapar a su pequeño maniquí de juegos,
la protegía a su Elvira, y ésta amaba la lluvia en silencio,
mientras Ella la cubría, Elvira, en tristezas se sumergía.


¿Por qué solo su dueña podría sentir esa agüita viva mojándole su ser
Si la lluvia decidía caer sobre toda la divina creación?
¿Por qué sería ella justamente la única privada del momento?
Lloraba, mientras su alma y la de ese día triste se convertían en homogéneas.


Quería soltarse del plástico que la cubría,
El material aquel, separador oficial entre la libertad y el encierro,
Era una muñeca más, aunque por dentro fuera una muñeca menos.


Y así, Ella era feliz por cuidar de su ficticia hija,
Su muñeca, y ficticia hija a la vez, era triste por no sentir a la vida,
La noche, feliz, porque se avecinaba su arribo triunfal
Y el día triste y sin saber los por qué, no pudo parar de llorar.


Minda.

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1 Response to "Elvira llovía"

  1. Alfredo says:
    10 de noviembre de 2010, 14:18

    Wow me gusto mucho..

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